La labor frente a mí es titánica y sólo tengo preguntas. ¿Cómo me acerco al archivo de alguien que falleció tan recientemente sin sentir que estoy trasgrediendo su intimidad? ¿Cómo no caer en un homenaje sentimentalón, ni balconear a alguien que ya no puede defenderse? ¿Cómo manejar el material sobre las personas vivas? ¿Cómo evitar que el trabajo en el archivo se convirtiera en un acto de rapiña? ¿Cómo no caer en la autocensura? ¿Cómo encontrar un caminito en esta inmensidad de documentos? ¿Cómo hablar sobre el archivo y las estrategias de reactivación…que es lo que más me interesa? ¿Cómo investigar lo que a me interesa personalmente, aunque no hubiera sido uno de los temas centrales de Olivier?
En fin. Ya irán surgiendo las respuesta….o no.
Los archivos son como una extraña máquina del tiempo que nos permite ver hacia el pasado mientras mantenemos la mirada puesta en el futuro, ambos poco menos que promesas que se nos escurren entre los dedos si no nos situamos en el presente.
En los documentos en el archivo de Olivier se palpa el paso del tiempo; se ve el transcurso de una vida y también de una época. Por un lado, los papeles van trazando su vida paso a paso…logros, fracasos, anhelos. Por ejemplo, me encontré la carta que escribe al Colegio de México, en donde era traductor, avisándoles que va a dedicarse a investigar. Por otro, el paso del tiempo es palpable físicamente: además de los manuscritos, hay páginas escritas a máquina y después desfilan diversas impresiones digitales. Los papeles incluso huelen diferente según la época.
Me interesa el archivo como contenido y como forma.
¿Cómo sería Olivier en los setentas? Creo que lo conocí en esa época, pero no recuerdo cuándo ni dónde. Tengo que checar si aquella primera exposición que organizamos los cuates de San Carlos en la Alianza Francesa fue durante el tiempo que él estuvo trabajando ahí. Una primera mirada al archivo me muestran a un niño que hacía dibujos y a un joven que escribía cuentos. ¿Los conservaría por nostalgia o para recordar siempre su lado creativo? Hay una carta astral con todo y descripción del personaje….buenísima!!!!
Eloísa me pasa la Caja 39 que incluye material hemerográfico de Olivier de los años setentas. Siguiendo el ritual inevitable del archivo, me pongo los guantes blancos y empiezo.
El primer recorte es el artículo Deslumbra, Impone, Intimida… de Debroise sobre el recién inaugurado MARCO en Monterrey en el periódico EL NORTE el 30 de junio de 1991, en el que afirma:
Su comentario, poético y crítico, está lleno de frases citables, aplicables a otras instituciones museísticas, incluyendo al MUAC:
“No acaban, de cualquier modo, de llenar las paredes. Algunas piezas, de dimensiones (relativamente) más modestas, se ven hasta chicas; los cuadros de Dulce María Núñez, por ejemplo, estampillas perdidas, como ahogándose en la inmensidad de los muros blancos.”
“Se asume de una vez por todas que el arte es bello, y que lo que está en el museo debe estar allí y no en otra parte. No se presentan las obras, sino que se imponen, sin otro criterio museográfico que ciertas asociaciones visuales, correspondencias vagamente surrealistas y, en este caso preciso, las limitaciones definidas por las mismas dimensiones de los cuadros.”
¡¡¡¡UFFFF!!!! Esa podría aplicársele a casi todas las exposiciones.