DIOSAS, GUERRERAS Y DIVAS: LAS MUJERES EN EL ARTE

Escrito por  Mónica Mayer 25 Jul 2008

DIOSAS, GUERRERAS Y DIVAS: LAS MUJERES EN EL ARTE

por Mónica Mayer 

Reunir las palabras mujer y arte en una frase suele ser explosivo. ¿Hablamos sobre los problemas de las artistas en una sociedad sexista? ¿Nos referimos a lo femenino en el arte, hecho por hombres o mujeres? ¿Vemos la imagen de la mujer en el arte? ¿Discutimos si la visión de las artistas es distinta a la de sus colegas varones? ¿Partimos de las teorías de género para analizar la forma en la que las imágenes artísticas afectan nuestra autodefinición como mujeres y hombres? Mejor les platico de algunas artistas cuyas imágenes me han mostrado una humanidad diferente. DIOSAS En el olimpo del arte universal hay una diosa mexicana: Frida Kahlo. ¿Quién no sabe de ella? ¿Quien no conoce sus autorretratos? Sin embargo, la magia de su obra estriba en que es un puente sobre el que transitan muchas ideas. Un cuadro como Las dos Fridas (1939) nos remite a sus desencuentros con Diego Rivera, pero a la vez es un tratado sobre el mestizaje. Le habla al ama de casa, pero también a la psicoanalista. En su obra se entrecruzan el arte popular, lo colonial, lo prehispánico, la mujer, la política, el cuerpo, el dolor y un delicioso humor negro; es el estandarte perfecto para las causas que tienen que ver con la identidad, sean de género, raza o nacionalidad. El éxito de Kahlo es arrollador: ha acaparando la atención de artistas, historiadores, políticos, coleccionistas y público en general. ¡La artista más taquillera del mundo es mexicana!

  1. En 2000, la casa de subastas Sotheby's vendió un autorretrato de Kahlo en cinco millones y pico de dólares. ¡Es el precio más alto alcanzado por cualquier mujer artista en el mundo!
  2. ¡Hay más de un millón de sitios en internet sobre la Kahlo!
  3. En 2001, el Servicio Postal Mexicano y el de EU emitieron un timbre en homenaje a Kahlo ¡conjuntamente!
  4. En junio de 2005 se inauguró Frida Kahlo, en el Tate Modern en Londres. Diariamente tiene 3,400 visitas. ¡Es la muestra mexicana más exitosa en el extranjero!
  5. Hay libros, películas, obras de teatro y coreografías sobre Frida. Reverbera en cientos de artistas. Encontramos sus imágenes en artesanías, camisetas y hasta calzones. ¡Hay una secta Kahloista que la venera!

 

Ante el éxito de Frida, cualquiera diría que la situación de las artistas en México es privilegiada. Pero no. En arte sucede lo que en economía. Carlos Slim está entre los 10 hombres más ricos del mundo, pero eso poco ayuda a sus compatriotas.

Algunos datos:

  1. En el Sistema Nacional de Creadores, categoría de Eméritos, solo hay una artista: Ángela Gurría. En la categoría de Creadores Artísticos 20% son mujeres.Este año 30% de los apoyos a Jóvenes Creadores fueron para mujeres.
  2. Uno de cada 10 críticas de arte publicadas es sobre mujeres artistas.
  3. Sólo la quinta parte de las exposiciones individuales son de mujeres.
  4. En el Centro Nacional de las Artes no hay guardería.
  5. En general, la obra de las artistas cuesta 30% menos que los de hombres.

 

Y, sin embargo, la lista de artistas de excelencia es larga. Algunas con gran reconocimiento internacional son Helen Escobedo, Marta Palau, Magali Lara, Carla Rippey, Teresa Margolles, Minerva Cuevas, Lorena Wolffer y Elvira Santamaría. Quizá, como dice Maris Bustamante, "para lograr lo mismo que un hombre, una mujer tiene que ser siete veces mejor... lo cual no es nada difícil".

GUERRERAS

La invisibilidad de las mujeres artistas no es un problema nuevo, pero ha sido combatida por grandes guerreras.   

Judy Chicago nació en EU en 1939. En 1970, crea el primer programa de arte feminista y desarrolla una metodología específica para las estudiantes de arte. En ella planteó investigar a las artistas del pasado para que las estudiantes tuvieran modelos, cubrir los huecos en su educación impuestos por el sexismo (como el uso de herramientas pesadas) y aprovechar la experiencia personal como materia prima para la obra. 

Chicago también llevó su afán por hacer visibles a las mujeres a la creación. Su primera obra emblemática fue The Dinner Party, inaugurada en 1979 en San Francisco y cuya sede permanente a partir de 2007 será el Museo de Arte de Brooklyn en Nueva York. Esta instalación monumental recupera la participación de la mujer en la cultura occidental. Es una mesa triangular con asientos para 39 invitadas, todas ellas diosas, artistas, activistas o científicas. En el mosaico del piso estaban los nombres de otras 999 mujeres, entre ella Kahlo. En ese tiempo había poca información de muchas de ellas. No existía, por ejemplo, una biografía en inglés de Frida. Si no, seguramente hubiera sido una de las invitadas especiales.

En México, las fotógrafas han estado a la vanguardia del rastreo de la experiencia femenina. Desde que Natalia Baquedano inauguró el primer estudio fotográfico abierto por una mujer en 1890, no han parado. Siguieron, entre otras, Lola Álvarez Bravo, Kati Horna, Mariana Yampolsk, Graciela Iturbide, Yolanda Andrade y Lourdes Almeida. Las más jóvenes, como Tania Aedo y Grace Quintanilla, han brincado al ciberarte.

Pero cinco fotógrafas han cambiado la imagen de la mexicana: Vida Yovanovich al retratar a las presas, Lourdes Grobet a las luchadoras, Maya Goded a las prostitutas ancianas, Daniela Rosell a las mujeres de las clases altas y la chamula Maruch Santís la experiencia indígena. Ante esta variedad, una se pregunta: Cuando hablamos de mujeres, ¿a cuáles nos referimos?

También hay esfuerzos institucionales por visibilizar a las artistas. La Escuela de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de México está desarrollando programas con enfoque de género y en la Universidad Iberoamericana el trabajo de la Doctora Karen Cordero ha rendido frutos espléndidos, como la exposición RE(GENER)ANDO. Construcciones y borramientos que curaron sus alumnas y cuyo catálogo está en librerías.

DIVAS

Han escandalizado a muchos. Su trabajo no pasa desapercibido y ellas tampoco. De hecho son lo mismo. Son las artistas dedicadas al performance o arte-acción, cuya obra inevitablemente aborda cuestiones de género porque lo hacen con su cuerpo. Ellas están reinventando el "ser mujer" en una época en la que se acepta que género es algo aprendido y, por ende, es algo que podemos crear. 

Las mujeres siempre han estado en el performance concientes de su género. Más que por un afán narcisista, insistir en definir lo que es ser mujer desde su punto de vista ha sido la manera de retar a una cultura en la que son "el otro". Es una forma de resistencia. Ya en 1912, Valentina de Saint-Point, una de las precursoras del performance, aún siendo anti-feminista declarada se rebela en contra el manifiesto futurista de F.T. Marinetti que propone "despreciar a la mujer". Ella escribe el Manifiesto de la Mujer Futurista en el que afirma: "Es absurdo dividir a la humanidad en hombres y mujeres. Sólo está compuesta de lo femenino y lo masculino". 

En los setentas, cuando se establece el performance como un género artístico independiente, los nombres Joan Jonas, Ana Mendieta, Adrian Piper, Marina Abramovic, Laurie Anderson,  Suzanne Lacy, Carolee Schneemann están en primera fila en EU y Europa igual que en América Latina los de Marta Minujín (Argentina) y Lygia Clark (Brasil). En México Pola Weiss y Magali Lara ya experimentaban con el arte acción, pero la primera performancera es Maris Bustamante.

El trabajo de Bustamante es trasgresor. Uno de sus temas favoritos ha sido la sexualidad, terreno sobre el cual el sistema ejerce un gran control y por lo mismo tiene un enorme poder liberador. Dos de sus acciones más conocidas fueron El Pornochou (con Rubén Valencia, 1986) y Obsenikus (con Fernando Muñoz, 1990). Inteligentes y divertidas, ambas obras tenían la capacidad de evidenciar los mecanismos por medio de los cuales el sistema nos impone no sólo lo que hacemos con nuestros cuerpos, sino como los vivimos.

Uno de los objetos que utilizó en su acción Caliente, caliente en 1981 en el Museo de Arte Moderno ejemplifica su postura ante conceptos como la freudiana envidia de pene: es una máscara con el rostro de Maris, pero en lugar de nariz tenía un falo con un texto que decía "instrumento de trabajo".  Hoy Bustamante se interesa por otro de los grandes temas de la actualidad: la transdisciplina: los puentes entre el arte y la ciencia.

Hablar de la mujer en el arte en una época en la que los avances científicos están alternando hasta nuestras nociones de reproducción nos lleva a la francesa Orlan (1947), una artista radical. Su cuerpo es la materia prima de su arte y, como ella dice, un lugar de debate público.  

A principios de los noventas su idea de "arte carnal" la llevó a alterar su rostro a través de cirugías plásticas transmitidas por televisión. Se practicó estas operaciones para cuestionar el ideal de belleza femenina creado por artistas como Da Vinci o Botticelli. Pero como la imaginación todavía tiene los pies más ligeros que el cuerpo, a finales de la década Orlan desarrolla sus ideas artísticas en computadora y propone la auto-hibridación: su rostro adquiere características de distintas razas y se acerca a las concepciones de belleza de otras culturas, como las precolombinas. Hoy incluso plantea intervenir su cuerpo genéticamente. En su obra se entrecruzan el arte popular, la colonización, lo prehispánico, la mujer, la política, el cuerpo, el dolor y un delicioso humor negro. ¿Le recuerda a alguien?  

Al hablar de la mujer en el arte casi siempre nos limitamos a las imágenes de mujeres y a las artistas. A veces nos referimos a las curadoras, directoras de museo, críticas y galeras. En México son muy exitosas y merecen su propio reflector. Pero nunca se habla de lo más importante: las consumidoras de arte. Las que lo coleccionan o lo disfrutan en museos, galerías o revistas. Las artistas serán las diosas, las guerreras y las divas, pero ellas son las generalas, las que mandan.  El día que las consumidoras de imágenes asuman el poder que tienen sobre como vemos a la mujer, otro gallo ¿gallina? cantará.  

Artìculo publicado en la revista Tentaciones en 2005 

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